El análisis siempre fue claro, debido al buen potencial de los rivales para este octogonal rumbo al mundial el camino de Costa Rica iba a ser muy complicado, sumado el poco tiempo de su cuerpo técnico y los cortos tiempos de preparación.

Un empate en Panamá aumentó el mar de dudas en los aficionados, prensa y de seguro también, parte de los jugadores. Por ende, el partido contra México era trascendental para cambiar la presentación del último juego y salir con una actitud distinta.

Iniciaba el encuentro y sí, la selección mostraba compromiso y mucha competitividad contra los aztecas, opciones cercanas al área rival y buena tenencia de balón generaba mucha confianza. Sin embargo, al cerrar esos primeros 45 minutos, una falta inocente le daba un penal a los rivales y a la postre el 0 por 1 en contra.

Para el segundo tiempo, la incertidumbre volvía, mal rendimiento nacional y dominante posesión mexicana hacía que la desesperación se convirtiera en el principal aliado tico, a tal punto que las amarillas y cambios como colocar un central de delantero en busca del gol fueran las principales reacciones.

Al final no se dio, terminaba el partido y una derrota decepcionante colocaba al seleccionado nacional en una presión tremenda por obtener resultados positivos pronto en una eliminatoria que cada vez se vuelve más complicada.